Arquitecta deconstructivista iraquí (aunque paso la mayor parte de su vida en el Reino Unido), estudió matemáticas en la Universidad Americana de Beirut, antes de mudarse en 1972 a Londres para estudiar arquitectura.
En un escenario dominado por hombres, sus múltiples reconocimientos incluyen una Medalla Real de Oro a la Arquitectura, la primera en otorgarse a una mujer en sus 167 años de historia, dos Premios Stirling, y ha pasado a la historia por ser la primera mujer en recibir el premio Pritzker de arquitectura en el año 2004, considerado como el “Premio Nobel de Arquitectura”
Hadid que dedicó gran parte de su vida a la docencia, revolucionó el mundo de la arquitectura diseñando edificios públicos que a menudo se describen como dinámicos, como si fueran una imagen congelada de un plano de acción. También se dedicó al diseño de interiores, muebles, productos de consumo y moda.
Yo todavía creo en lo imposible
Zaha Hadid
En una época donde los tatuajes no eran habituales -ni mucho menos bien vistos ya que se consideraban propios de delincuentes- la circense trapecista y contorsionista Maud Stevens Wagner rompió esos prejuicios de la sociedad convirtiéndose en la primera mujer tatuadora profesional de la historia estadounidense.
Aprendió la técnica tradicional conocida como stick&poke de la mano de Gus Wagner, “el hombre más tatuado en América” que finalmente se convertiría en su marido. Maud también se tatuaba a sí misma y, junto con los que le realizaba su marido, pronto convirtió su cuerpo en una atracción. Recorrió el país exhibiéndose en los espectáculos de freaks y consiguió romper el estigma que rodeaba a las mujeres que intervenían sus cuerpos con colores y sombras.
Con un estilo propio y minucioso, Maud nunca llegó a utilizar una máquina de tatuar, a pesar de que en aquellos tiempos muchísimos tatuadores ya las usaban.
Fuente: Moove Magazine y Mujeres Bacanas